El desgaste se define como un deterioro progresivo por pérdida de material debido a un uso prolongado o demasiado frecuente que acaba por degradar el estado de una pieza. Esto conlleva una pérdida de rendimiento, una reducción de la productividad, un mayor riesgo para el personal, un mayor consumo de energía y de insumos, un deterioro de la calidad de la producción y un menor rendimiento.
Cuando se combinan los factores de desgaste, pueden aumentar considerablemente los costes. Por lo tanto, es crucial tener en cuenta la supervisión del estado y la gestión del desgaste cuando se trata de operaciones de mantenimiento y reparación para garantizar la eficacia de las operaciones, el rendimiento productivo y la optimización de los costes.